Un pésimo cupido

Si bien mi auto es un refugio para mis utensilios con los que laboro, lo nuevo que había subido era resina, pero quién pensaría que esa fusión originaría una cámara de gases. Completamente ignorante, salimos en mi auto, llegamos al lugar deseado, una lugar donde por el nombre solo faltan pirámides para poder coordinar. Al final de ese momento el humo de la "shisha" secaba mi ojo derecho, dichos ojos necesitan ayuda para ver, así que los abrazo con minúsculos polímeros con graduación, no le di importancia, aunque salieran lágrimas de reproche por no tratar al ojo bien.
Subimos a una cámara de gases móvil, bajamos los vidrios, el aroma a resina seguía, mi ojo comenzó a llorar más, cada vez era mas intensa la incomodidad, hasta que no pude más y mis ojos se cerraban, mientras manejaba, paré el vehículo pero sólo fue para platicar, cuando seguí con mi camino, mis ojos no querían continuar, sólo caminaba en zigzag, bajé la velocidad, cuando abría los ojos no podía distinguir el camino pero tenia que llegar a mi morada. Por fin llegué y mis ojos estaban en huelga, mi primera acción fue quitarme esas prótesis oculares, pero justo el de mi ojo derecho no quería dejar a mi ojo, lo abrazaba y no lo quería soltar, era una fusión entre mi ojo y el lente no lo podía quitar, sólo tenía que respirar, respirar para poder terminar ese romance entre mi ojo y el lente, eso tenía que parar.
Por fin todo terminó, sin embargo mi ojo todavía llora la perdida de su amado, sigue llorando su partida.
Lo único que puedo pensar es que la resina es un pésimo cupido.